POLICIALES
15 de noviembre de 2024
El cuádruple crimen de Barreda, el mensaje en su tumba y una duda atroz: ¿violó a sus hijas luego de matarlas?
El 15 de noviembre de 1992, el odontólogo Ricardo Barreda fusiló a escopetazos a su esposa, sus dos hijas y su suegra en su casa de La Plata, y se fue a un hotel alojamiento con una de sus amantes. Al salir en libertad volvió a maltratar a la mujer que le dio cobijo. Sus últimos días y la leyenda en el cementerio de José C. Paz
>Se despertó contento aquella mañana del domingo 15 de noviembre de 1992, pensando en escuchar por radio el partido que su amado Estudiantes de La Plata jugaría por la tarde con Independiente en Avellaneda. Ricardo Barreda le tenía fe al equipo de sus amores que dirigía el uruguayo Luis Garisto. Y no se equivocó con su optimismo porque El Pincha terminó ganando por 1 a 0 con gol del uruguayo Alejandro Larrea Marsol. Pero sucedió algo imprevisto, los planes de toda la familia para esa jornada de descanso terminaron a los tiros, y el hecho pasó a ser uno de los crímenes más espeluznantes de la Argentina.
Su padre se detuvo de inmediato y volvió sobre sí mismo para cambiar de destino. Entró a su cuarto y cambió de elemento. Dejó la tijera y tomó una escopeta Víctor Sarasqueta calibre 16 que le había obsequiado su suegra. Sin dudarlo la sostuvo con sus dos manos y empezó a caminar por el amplio pasillo que llevaba al living. La primera en aparecer en su camino fue Gladys Mac Donald, su mujer y la remató con dos disparos. Luego continuó con Cecilia a quien ejecutó de tres tiros. Cuando asomó Adriana, su hija preferida, fue alcanzada con dos más. Espantada por los estruendos se acercó corriendo y en camisón su suegra, Elena Arreche y con ella tampoco le tembló el pulso para finalizar la masacre.
En el juicio oral se ventiló gran parte del día a día y la intimidad de la familia. Barreda se defendió como pudo dando las explicaciones mencionadas donde se mostró como una víctima del maltrato que su esposa, sus hijas y su suegra ejercían sobre él, como si eso fuera cierto justificara la decisión de eliminarlas.
No fue todo, el reconocido perito psicológico Elio Linares, quien más dialogó con el homicida por su trabajo profesional, estaba convencido de que Barreda penetró a sus hijas luego de matarlas. Y en una charla con la revista Noticias detalló: “Recuerdo claramente que Ricardo Barreda me preguntó: ‘¿Pero había semen?’”.
Pese a testimonios y evidencias, el homicida siempre negó haber cometido semejante atrocidad. Solía responder con fastidio cuando le preguntaban si recordaba a sus hijas. “Es muy difícil para mí por todo lo que sucedió. Prefiero no hablar de eso”, repetía cortando cualquier tipo de repregunta.El odontólogo terminó condenado en 1995 a prisión perpetua por los delitos de “homicidio calificado por el vínculo –tres hechos- y homicidio simple, todos en concurso real”, ya que entonces no existía la figura de femicidio. Ya antes de 2006, cuando cumplió 70 años, Barreda venía pensando cómo solicitar el beneficio del arresto domiciliario. Pero tenía un problema, como había matado a toda su familia no podía establecer un domicilio y alguien responsable que le brindara refugio.
Al principio pareció que el vínculo funcionaba, pero con el tiempo él empezó a maltratarla. La llamaba “Chochan” de manera despectiva, y con el tiempo ella empezó a padecer trastornos psicológicos. Tanto que en 2014 le revocaron el beneficio y ordenaron volver a detenerlo en la cárcel de Olmos por resolución del juez Raúl Dalto, que calificó de peligrosa la relación y no se equivocó ya que la mujer falleció en 2015 sumida en una profunda depresión.
En sus últimos y difíciles años, Barreda solo recibía la visita de su biógrafo, el periodista y actor Pablo Martí, quien además de conservar celosamente copia del expediente completo y haber hablado con familiares y algunas de sus parejas, dispone de horas y horas de charla con confesiones del odontólogo asesino, esperando convertirla muy pronto en una controvertida serie para cualquier plataforma de streaming.
En agosto de 2019 Barreda se descompuso y se salvó de milagro porque el encargado del hotel llamó de inmediato al servicio de emergencia. Lo internaron en el Hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón donde le salvaron la vida. Allí diagnosticaron que padecía una severa neumonía, y deterioro cognitivo con pérdida de memoria. Tardó en que le dieran el alta para alojarlo en marzo de 2020, justo antes de que se desatara la pandemia del coronavirus, en la residencia geriátrica Del Rosario en José C. Paz donde murió el 25 de mayo. Fue enterrado en el cementerio local con una cruz que reza: “Ricardo Alberto Barreda: 16-06-1935/25-05-2020 “arrepentido de mis pecados cometidos”.