INTERNACIONALES
1 de junio de 2018
El atacante de Lieja, un delincuente reincidente convertido al islam

Benjamin Herman, que cuenta desde su adolescencia con un amplio historial de condenas por robo o consumo de estupefacientes, habría matado a un hombre un día antes del tiroteo y salió de prisión con un presunto permiso de reinserción.
Benjamin Herman, el belga de 31 añosautor del ataque de Lieja es un viejo conocido de la justicia belga desde su adolescencia con condenas por robo o consumo de estupefacientes y se convirtió al islam en prisión en 2012.
Un día después del “asesinato terrorista” de tres personas, Bélgica se interrogaba sobre las motivaciones que llevaron a un hombre considerado en principio “no peligroso” en prisión, según el ministro de Justicia Koen Geens, a matar a dos agentes de policía y un joven de 22 años.
Herman aprovechó un permiso penitenciario con el objetivo de preparar su reintegración a la sociedad, “una decisión normal” según Geens, para pasar al acto.
“Ya tuvo 13 permisos penitenciarios de este tipo que se desarrollaron bien”, explicó el ministro a medios belgas.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó este miércoles el ataque, y declaró, mediante un comunicado, que Herman era uno de sus “soldados”.
"Es un delincuente que se convirtió”, resume el islamólogo belga, Alain Grignard. “La gente quiere casillas bien definidas: ’delincuente’, ’terrorista’. La realidad está entre ambas”, agrega este profesor de la universidad de Lieja.
Nacido el 12 de enero de 1987 en el seno de una familia de Rochefort, una localidad del sur de Bélgica conocida por su cerveza trapista, Herman experimenta sus primeros problemas con la justicia a los 16 años.
En 2003, ingresó en un centro cerrado para jóvenes delincuentes en Everberg, en la provincia del Brabante Flamenco. Sus primeros delitos fueron “Incendio provocado, agresión con lesiones, resistencia a la autoridad”.
Su hermano Dimitri, tres años menor, sigue a menudo sus pasos y “ambos pasarán varias veces ante el juez de menores”, agrega el rotativo.
Con el paso del tiempo, la pareja de hermanos, “adictos a la cocaína y a la heroína”, multiplican los “pequeños golpes” para conseguir su dosis. En 2008, cometen su primer atraco con una arma falsa.
Desde el martes, los medios belgas presentan a Benjamin Herman como un delincuente muy inestable y violento por su adicción a las drogas.
Y, según una fuente próxima a la investigación, el ataque del martes representa una “huida hacia adelante” de un asiduo de las prisiones a quien le costaba vislumbrar un porvenir diferente.
Koen Geens vio el miércoles “un deseo de suicidio” en la actitud de Benjamin Herman, quien de paso “se llevó con él a tres personas totalmente inocentes”.
"Se convirtió a la religión musulmana -eso creo- en 2012, al frecuentar otro preso en Arlon (sur)”, agregó el ministro de Justicia, quien se mostró no obstante prudente sobre su supuesta radicalización.
El servicio de inteligencia belga sabía que había estado en contacto con personas radicalizadas. Pero “estas informaciones son de 2016 y principios de 2017” y “no se han confirmado desde entonces”, precisó este miércoles la fiscalía federal belga.
A Benjamin Herman se le había negado recientemente la libertad condicional y la combinación de penas que debía cumplir no permitían su liberación hasta 2020.
Según una fuente próxima a la investigación, su mayor condena remonta a 2010, cuando se le impuso una pena de 4 años de prisión por robo con violencia.
Bélgica llora a las víctimas del ataque de Lieja
Bélgica rindió homenaje este miércoles a las víctimas del ataque la víspera en Lieja (este), entre ellas dos policías, mientras la investigación intenta determinar si el autor, un delincuente radicalizado, perpetró sólo esta matanza reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico.
El recordatorio fue a través de "un minuto de silencio" encabezado por el primer ministro, Charles Michel, junto a decenas de policías y civiles visiblemente emocionados por la situación.
La selección nacional de fútbol, los Diablos Rojos, guardó también un minuto de silencio antes de una sesión de entrenamiento en Tubize, a unos 20 kilómetros al suroeste de Bruselas.
Las banderas ondeaban a media asta en varias ciudades de este reino europeo.
Dos agentes de la policía local, Soraya Belkacemi y Lucile Garcia, y el joven estudiante de 22 años Cyril Vangriecken, perdieron la vida la víspera a manos de Benjamin Herman, en el último de una serie de ataques contra las fuerzas del orden en Bélgica desde 2016.