ECONOMIA
23 de noviembre de 2024
Devaluación, productividad y salarios
Mantener un tipo de cambio equilibrado y libre de intervenciones es clave para evitar recesiones y distorsiones económicas. Sin embargo, el verdadero desafío radica en implementar políticas que aumenten la productividad y la eficiencia
>Tanto un exportador de granos como una persona que planea irse de vacaciones al exterior tienen razones para preocuparse por el tipo de cambio. Pero también la tiene cualquier otro habitante ya que el grado de fortaleza o debilidad de la moneda de su país afecta los precios y el poder adquisitivo de los salarios de todos. Pero, ¿puede un gobierno determinar el valor relativo de su moneda respecto a las demás? Y, ¿para qué lo haría?
La principal razón de que esta lógica sobre los efectos de corto plazo de una devaluación no se refleje en el largo plazo es que las variables económicas no son independientes entre sí y el movimiento de una de ellas genera corrimientos en las demás. Una devaluación aumenta, casi inmediatamente, los precios en moneda local de los bienes transables. Es obvio que esto repercutirá en menores importaciones y mayores exportaciones (esto último, siempre y cuando hubiera capacidad disponible de producción). Pero la dinámica no se detiene ahí, también hay que pensar en los efectos subsiguientes. Esos aumentos de precios sobre los bienes transables se trasladan, no tan lentamente en países con la gimnasia inflacionaria de Argentina, al resto de los precios de la economía, incluyendo los salarios. En poco tiempo, si no se modificaron otras variables, se vuelve al punto de partida como en el juego de la oca. Los cambios solo resultan nominales (es decir con todos los precios relativos iguales pero inflados), sin efectos reales.
Entonces, ¿cómo hacer para que los salarios sean altos y la economía pujante? La única receta infalible y duradera es favoreciendo el aumento de productividad. El camino es bien conocido. El Estado es una organización de baja productividad. Achicando el mismo y eliminando su presencia en actividades que puedan ser realizadas por un privado es parte del camino. También hay que eliminar regulaciones que afectan la productividad como, un ejemplo mínimo pero ilustrativo, la prohibición de que los combustibles puedan ser servidos por el propio consumidor. O que un empleado pueda ser polifuncional. La Argentina todavía está repleta de regulaciones que impiden lograr productividad. Y, por lo tanto, mejores salarios.