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20 de noviembre de 2024

Día de la Soberanía Nacional: ¿por qué se celebra hoy, 20 de noviembre?

El evento marcó un antes y un después en la resistencia argentina frente a la intervención extranjera, reafirmando el derecho del país a controlar sus recursos y su territorio

>Cada año, el calendario argentino reserva el 20 de noviembre para conmemorar un episodio clave en la historia del país: la batalla de la Vuelta de Obligado. Este enfrentamiento marcó un punto de inflexión en la defensa de la soberanía nacional frente a potencias extranjeras. Sin embargo, en 2024, el feriado asociado a esta fecha se celebró el 18 de noviembre, trasladándose al lunes anterior para favorecer un fin de semana largo.

 

El Día de la Soberanía Nacional se instauró en homenaje a la batalla de la Vuelta de Obligado, librada el 20 de noviembre de 1845. En este conflicto, la Confederación Argentina, liderada porEl enfrentamiento simbolizó la resistencia argentina frente a la intervención extranjera, reafirmando el derecho del país a controlar sus recursos y su territorio. A pesar de la desigualdad de fuerzas, la lucha evidenció la capacidad de los argentinos para defender su soberanía. Este espíritu de resistencia se convirtió en un símbolo de unidad nacional.

 

Aunque el Día de la Soberanía Nacional está fijado por la ley en el 20 de noviembre, es un feriado trasladable, según lo establece la Ley 27.399, que regula los feriados y fines de semana largos. Esto significa que, si la fecha cae un día hábil en medio de la semana, puede adelantarse al lunes anterior o postergarse al siguiente.

La batalla tuvo lugar en un recodo estratégico del río Paraná conocido como la Vuelta de Obligado, cerca de la localidad de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. El 20 de noviembre de 1845, las fuerzas argentinas, lideradas por el general Lucio Norberto Mansilla, se enfrentaron a una poderosa flota conjunta de Inglaterra y Francia.

El conflicto surgió en el contexto de la Guerra Grande, cuando ambas potencias buscaban garantizar la libre navegación de los ríos argentinos para comerciar con provincias opositoras al gobierno de Rosas. En respuesta, la Confederación Argentina estableció defensas ingeniosas: cadenas que cruzaban el río, sostenidas por pequeños barcos cargados de explosivos, y fortificaciones en las costas.

 

Aunque la superioridad numérica y tecnológica de la flota anglo-francesa les permitió superar las defensas, la batalla tuvo un impacto significativo al consolidar la posición argentina en las negociaciones diplomáticas posteriores.

 

La batalla simbolizó la resistencia frente a las potencias extranjeras en condiciones desiguales. Mientras que la flota anglo-francesa contaba con 22 barcos de guerra, 92 buques mercantes y 418 cañones, las fuerzas argentinas apenas disponían de seis barcos mercantes, un bergantín y 60 cañones.

 

A pesar de la derrota táctica, las pérdidas sufridas por las fuerzas invasoras ―unos 40 muertos y 150 heridos― debilitaron su posición política. Por su parte, la Confederación Argentina, con más de 400 bajas, logró que tanto Francia como Inglaterra reconocieran la soberanía argentina sobre los ríos en los años siguientes.

 

El liderazgo de Juan Manuel de Rosas fue fundamental en este episodio histórico. Como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, Rosas adoptó una postura firme frente a las demandas extranjeras. Su gobierno implementó políticas destinadas a defender la autonomía nacional, regulando la navegación de los ríos y enfrentando con decisión las presiones internacionales.

 

Rosas designó al general Lucio Norberto Mansilla para organizar la resistencia en la Vuelta de Obligado. Además, su política pragmática combinaba una firme defensa del territorio con la apertura a relaciones comerciales bajo términos soberanos.

 

El legado de Rosas en la batalla quedó inmortalizado en el testamento del general José de San Martín, quien elogió su firmeza al sostener el honor de la República frente a las injustas pretensiones extranjeras.

 

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